El martillo de Thor, de Mårten Eskil Winge

El mito del martillo de Thor, conocido como Mjölnir, es uno de los relatos más emblemáticos de la mitología nórdica, asociado al dios del trueno, Thor, y su arma icónica, la cual no solo es un símbolo de poder y protección, sino también un objeto central en varias historias que destacan la fuerza, el ingenio y el papel de Thor como defensor de los dioses y los humanos.

Según la Edda Poética y la Edda en Prosa (textos clave de la mitología nórdica escritos por Snorri Sturluson en el siglo XIII), Mjölnir fue forjado por los enanos Sindri y Brokkr, maestros artesanos. Esta creación ocurre en el marco de una apuesta instigada por Loki, el dios embaucador, quien desafía a aquellos a crear regalos para los dioses que superen la calidad de otros objetos divinos. Loki, para sabotear a Sindri y Brokkr, se transforma en una mosca y pica a los enanos mientras trabajan en la forja. A pesar de las interrupciones, ellos logran crear tres regalos: Mjölnir, el martillo de Thor; Gullinbursti, un jabalí dorado para Freyr, y  Draupnir, un anillo que produce más anillos para Odín. Sin embargo, debido a la interferencia de Loki, el mango de Mjölnir queda más corto de lo planeado, lo que lo hace menos perfecto, pero aún extraordinariamente poderoso. Los dioses, impresionados por la calidad, declaran a los enanos vencedores y Mjölnir se convierte en el arma principal de Thor, que siendo capaz de aplastar montañas, siempre regresar a su mano tras ser lanzado y consagrar rituales.

Mjölnir tiene diversos atributos: Un gran poder destructivo, pues Thor usa Mjölnir para derrotar a los gigantes (jotuns), los principales enemigos de los dioses; como elemento de protección, siendo un símbolo de bendición usado en ceremonias como bodas y funerales para consagrar y proteger, y su conexión con el trueno, ya que está asociado con los relámpagos y tormentas, y Thor, como dios del trueno, genera estos fenómenos al blandirlo.

El relato más famoso relacionado con Mjölnir es su robo por parte de los gigantes, narrado en el poema Þrymskviða de la Edda Poética: Thrym, un rey gigante, roba Mjölnir y lo esconde bajo tierra. Como rescate, exige a la diosa Freyja como esposa. Los dioses, liderados por Thor y Loki, idean un plan. Thor, disfrazado de Freyja y cubierto con un velo nupcial, viaja al reino de los gigantes acompañado de Loki, quien se hace pasar por una doncella. Durante el banquete nupcial, Thrym sospecha por el comportamiento de Thor (come y bebe en exceso, y sus ojos son feroces), pero Loki lo tranquiliza con excusas ingeniosas. Cuando Thrym presenta Mjölnir para consagrar la boda, Thor lo arrebata, revela su identidad y mata a Thrym y a los gigantes presentes.

Esta leyenda tiene varios significados, pues el mito combina elementos cómicos (Thor vestido de mujer) con la astucia y la demostración de su fuerza y valentía. Al mismo tiempo la recuperación de Mjölnir asegura que Thor pueda seguir defendiendo Asgard y Midgard (el mundo humano) contra el caos de los gigantes, por lo que esta historia refleja los valores nórdicos como el honor, la lealtad y el ingenio frente a la adversidad.

Aunque la mitología nórdica tiene menos tradición pictórica que otras (como la griega) debido a la escasez de arte figurativo en la Escandinavia vikinga, Mjölnir y Thor han sido representados en pinturas, especialmente a partir del siglo XIX con el resurgimiento del interés en la mitología nórdica. Aquí algunos ejemplos son: “El martillo de Thor”, de Mårten Eskil Winge (1872), la cual comentaremos seguidamente, “Thor y los gigantes” , de John Charles Dollman (1909), en el arte vikingo, como amuletos y piedras rúnicas, donde se representa como un martillo estilizado, y en el arte contemporáneo de murales o ilustraciones, a menudo con runas o relámpagos, como en portadas de libros sobre mitología nórdica.

La pintura “Thor’s Fight with the Giants” (en sueco, Tor med jättarna, también conocida como Thor’s Battle Against the Giants o The Hammer of Thor), creada por Mårten Eskil Winge en 1872, es una de las obras más emblemáticas del Romanticismo sueco y un ejemplo destacado de la representación de la mitología nórdica en el arte del siglo XIX.

Encargada por el rey Carlos XV de Suecia, esta obra, realizada en óleo sobre lienzo u ubicada en el Natonalmuseum de Estocolmo, Suecia, refleja el resurgimiento del interés por la mitología nórdica durante el Romanticismo, cuando los países escandinavos buscaban reafirmar su identidad cultural frente al clasicismo grecorromano dominante.

La figura central es Thor, el dios del trueno, el protagonista indiscutible. Se le representa como una figura imponente y musculosa, en una pose dinámica que transmite fuerza y acción. Este sostiene Mjölnir, su martillo, en alto, listo para golpear. El martillo es el foco visual, destacado por su tamaño y la luz que parece emanar de él, simbolizando su poder divino. Su expresión es feroz, y su cabello y capa ondean, sugiriendo movimiento y la fuerza del viento, acorde con su rol como dios de las tormentas.

Enfrentándose a Thor están los Gigantes (Jotuns), enemigos de Thor, que son representados como figuras oscuras y descomunales, a menudo parcialmente visibles en el fondo. Su tamaño y formas grotescas contrastan con la heroicidad de Thor, enfatizando el conflicto entre el orden divino y el caos. Algunos gigantes parecen retroceder o caer, lo que refuerza la idea de la supremacía de Thor y el poder destructivo de Mjölnir.

El fondo muestra un cielo tormentoso, con nubes oscuras y relámpagos, que conectan directamente con el atributo de Thor como dios del trueno. Los tonos grises y azules crean una atmósfera dramática. El paisaje es rocoso y desolado, evocando Jötunheim, el reino de los gigantes en la mitología nórdica, lo que sitúa la escena en un contexto mitológico específico.

Para realizar esta obra, Winge utilizó una paleta de colores intensos pero contrastantes: tonos cálidos (rojos y dorados) en la figura de Thor para resaltar su divinidad, y tonos fríos (azules y grises) en el fondo y los gigantes para sugerir amenaza y caos. La luz se centra en Thor y Mjölnir, creando un efecto casi sobrenatural que subraya su poder. Este uso de la luz es típico del Romanticismo, que buscaba evocar emociones intensas.

La pintura refleja la influencia de la escuela de Düsseldorf, conocida por su dramatismo y atención al detalle, así como del Romanticismo sueco, que idealizaba la historia y mitología nacionales. Las figuras son realistas pero estilizadas, con un enfoque en la grandeza heroica, reminiscente de las obras de pintores históricos como Eugène Delacroix.

El autor quiso reflejar todo el simbolismo que se desprende del antiguo mito colocando a Mjölnir, el martillo de Thor, como el elemento central del mito y la pintura. En la mitología nórdica, como ya he explicado más arriba, es un arma de destrucción contra los gigantes, un símbolo de protección y un objeto ritual para bendiciones. Winge lo representa como un objeto luminoso y descomunal, enfatizando su poder divino. Al mismo tiempo, la acción de Thor levantando Mjölnir evoca relatos como los de la Edda Poética, donde usa el martillo para derrotar gigantes, como en su enfrentamiento con Hrungnir o en el mito del robo de Mjölnir (aunque este último no es la escena exacta).

Thor es presentado como un héroe arquetipo del guerrero divino, defensor del orden cósmico (Asgard y Midgard) contra el caos (los gigantes). Su figura heroica refleja los valores nórdicos de fuerza, valentía y lealtad. La pintura no ilustra un mito específico, sino una escena genérica de Thor luchando contra gigantes, lo que permite a Winge capturar la esencia de su rol mitológico.

El cielo tormentoso y los relámpagos refuerzan la conexión de Thor con el trueno y las fuerzas naturales. En la mitología, Mjölnir genera relámpagos cuando Thor lo blande, y Winge usa este elemento para amplificar la narrativa visual. La lucha contra los gigantes simboliza el triunfo del orden sobre el caos, un tema universal en muchas mitologías.

Esta obra fue creada en el siglo XIX, en pleno auge del romanticismo y del nacionalismo, cuando Suecia y otros países escandinavos experimentaron un renacimiento cultural que buscaba recuperar su herencia nórdica, en parte como reacción al dominio cultural del arte grecorromano. Winge, junto con artistas como Nils Blommér, contribuyó a esta tendencia al glorificar figuras como Thor. Como ya he reflejado anteriormente, la pintura fue encargada por el rey Carlos XV, un entusiasta de la mitología nórdica, lo que indica su importancia como símbolo de identidad nacional.

Winge se inspiró en textos como la Edda Poética y la Edda en Prosa, que narran las hazañas de Thor. Su representación refleja una interpretación romántica de estos textos, idealizando a Thor como un héroe épico. Y la obra estaba destinada a una élite cultural y política sueca, pero también resonó con un público más amplio que buscaba reconectar con sus raíces pre-cristianas. La figura de Thor, con Mjölnir, era especialmente evocadora, ya que los amuletos de Mjölnir eran comunes en la era vikinga como símbolos de resistencia pagana.

La habilidad de Winge para combinar realismo, dramatismo y simbolismo mitológico demuestra su formación en la Real Academia Sueca y su experiencia en Düsseldorf, donde aprendió a crear composiciones narrativas, convirtiéndose esta pintura en un hito en la representación de la mitología nórdica, influenciando a artistas posteriores como John Bauer y Akseli Gallen-Kallela, quienes también exploraron temas mitológicos. La imagen de Thor con Mjölnir se ha convertido en un ícono cultural, reapropiado en el arte contemporáneo, la cultura pop (como en Marvel) y movimientos neopaganos como el Ásatrú, donde Mjölnir es un símbolo de identidad.

En conclusión, “Thor’s Fight with the Giants” de Mårten Eskil Winge es una poderosa interpretación visual del mito de Thor y su martillo Mjölnir, que captura la esencia del dios como protector y guerrero. A través de su composición dramática, uso simbólico de la luz y el color, y conexión con el Romanticismo nórdico, la pintura no solo ilustra un mito, sino que también exalta la identidad cultural sueca. Mjölnir, como foco de la obra, trasciende su función mitológica para convertirse en un emblema de fuerza y resistencia, un legado que sigue resonando en el arte y la cultura contemporánea.



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