Trabajar el campo es duro, pero más dura es el hambre.
El río sigue su curso sin esperar al sediento.
Aquellos que llegan antes al río encuentran el agua más limpia.
Proverbios Kikuyu

Barbara Wood se ha hecho un espacio de alto nivel entre los escritores de novela romántica, pero con Bajo el sol de Kenia (Green City in the Sun, como título original) ha ido mucho más allá creando una sugestiva saga establecida en Kenia desde la época de la colonización, principios del siglo XX, y llegando hasta la actualidad, por lo que, a lo largo de esta interesante historia de la familia Treverton, podemos seguir, paso a paso, la historia de aquel país del Este de África.

Aunque en realidad deberíamos hablar de dos familias, pues en la novela se entrelazan las vidas de varios personajes pertenecientes a una de procedencia europea, los Treverton, y a otra nativa africana, la descendiente de Mama Wachera, y ello durante tres generaciones.

Lord Valentine Treverton, hombre emprendedor, trabajador, decidido y esforzado, llega a aquellas tierras altas de la meseta africana, concluida la Primera Guerra Mundial, como pionero de los británicos de clase alta que fundaron múltiples asentamientos blancos por toda aquella tierra y, como la mayoría de ellos, llevando también su arrogancia, ignorancia y desprecio por los pueblos nativos y sus tradiciones. Cada uno de aquellos colonos pretendía forjar su propio pequeño imperio, dentro del inmenso Imperio Británico, arrasando miles de hectáreas de selva, sabana, valles o montañas, empujando a las familias nativas fuera de las tierras donde han vivido durante generaciones y destruyendo, no solo su forma de vida, sino sus creencias, ritos y costumbres.

Cuando Valentine corta la higuera sagrada, con la excusa de instalar en aquellos terrenos un campo para jugar al polo, y destruye la choza donde vivía la “mujer medicina”, Mama Wachera, ésta le lanza una “thahu”, o maldición, sobre toda la familia Treverton que durará hasta que “la tierra sea devuelta a los hijos de Mumbi”. Y en ello los familiares de Wachera desempeñarán un papel importante. Esta mujer, y sus descendientes, representan la lucha por mantener las tradiciones nativas y la posesión de las tierras de los kikuyu ante la invasión de los blancos. De esta manera, la vida de la curandera y su hijo David se entrelaza con la de los Treverton, trayendo la tragedia a ambas familias.

Sin embargo, no podía faltar la representante de la cara amable de la colonización, la de aquellas personas que hacían aquel largo viaje llevados, no por un interés económico o geopolítico, si no por otros más elevados y altruistas, y este papel le corresponde a la hermana de Valentine, la doctora Grace Treverton (Daktari Grace), quien se esfuerza en establecer una clínica misionera para ayudar a la población nativa.

A ellos hay que añadir un enorme elenco de personajes de todo tipo y condición, desde Rose, la elitista y sexualmente reprimida esposa de Valentine, hasta Mona, la hija independiente y siempre enfrentada a su padre, pasando por Njeri, que desearía ser blanco, o David Mathenge, en lucha constante entre su compromiso con la independencia de su pueblo y su amor por Mona, o la esposa de éste, Anjiru, una ferviente activista que se convierte en líder del Mau Mau, entre otros muchos más que sería largo enumerar. Y todo enlazado por la historia que va deshojando Deborah Treverton, quien abre y cierra el libro, la última descendiente de aquella familia, que viaja desde California, donde vive en la actualidad, hasta Nairobi, donde acude a la llamada de la vieja opositora a los suyos, Mama Wachera, que está a punto de morir.

Barbara Wood recrea a la perfección la relación tiempo y espacio, entrelazando los principales acontecimientos históricos del país con los detalles de la vida cotidiana y los múltiples matices sociales de ambas culturas, enriqueciendo la narración con muchos de talles del folklore y hábitos de los nativos, reflejando a la perfección su sentido de identidad no exento de orgullo, pasión y venganza que, en ocasiones, reviste con un cierto tinte melodramático a la novela y, en otras, con un fuerte sentimiento de lo trágico, sobre todo en los acontecimientos violentos durante el levantamiento de los Mau Mau de los años cincuenta.

Esta historia colonial que promulgaba el triunfo de una utopía sobre la realidad fue alentada por aquellos embaucadores que vendían sueños en el nombre del Gobierno de Su Majestad: políticos, financieros, grandes empresarios, alto clero… arrastrando a miles de personas con grandes esperanzas de prosperar y enriquecerse en poco tiempo. En un intento de desarrollar sus colonias y premiar a los soldados que regresaban de los horrores de la guerra de trincheras, Gran Bretaña hizo cientos de donaciones de tierras a hombres que no sabían nada de África, ni de café, ni incluso, de agricultura, pero que soñaban con las riquezas que les aguardaban en el nuevo Mundo Sin Fronteras de Clase. Muchos fracasaron, sin embargo, unos pocos prosperaron en el proceso de importación de todas esas jerarquías menores de las que el resto estaba tratando de escapar en su país de origen.

Las raíces de la historia colonial de Kenia se remontan a la Conferencia de Berlín en 1885, cuando el este de África se dividió por primera vez en territorios de influencia por las potencias europeas. El Gobierno británico fundó el protectorado de África Oriental en 1895 y poco después, abrió las tierras altas fértiles a los colonos blancos. Incluso antes de que fuera declarado oficialmente una colonia británica en 1920, se les permitió a estos colonos tener voz en el gobierno, mientras que los africanos y los asiáticos tuvieron prohibida la participación política directa hasta 1944. Durante este período, miles de indios fueron traídos a Kenia para trabajar en la construcción de la línea ferroviaria Kenia-Uganda y posteriormente se establecieron allí, al mismo tiempo que invitaron a muchos de sus Kith y parientes, que eran principalmente comerciantes de la India, para unirse a ellos.

En 1942, miembros de las tribus Kikuyu, Embu, Meru y Kamba hicieron un juramento secreto de unidad para luchar por la libertad del dominio británico. El movimiento nacionalista africano Mau Mau, cuyos militantes eran, principalmente, de la etnia kikuyu, surgió en ese momento y Kenia se embarcó en un duro camino hacia la soberanía nacional, con atentados constantes y miles de muertos por las dos partes, la mayoría de ellos, como siempre, totalmente inocentes. El Mau Mau (cuyo nombre es de origen incierto) abogó por la resistencia violenta a la dominación británica en Kenia; el movimiento se asoció especialmente con los juramentos rituales empleados por los líderes de la Asociación central Kikuyu con el fin de promover la unidad en el movimiento independentista, como bien se explica en la novela en diferentes ocasiones.

En octubre de 1952, después de una campaña de sabotajes y asesinatos atribuido a los terroristas Mau Mau, el Gobierno británico de Kenia declaró el estado de emergencia y comenzó cuatro años de operaciones militares contra los rebeldes kikuyu. A finales de 1956, más de 11.000 rebeldes habían muerto en los combates, junto con cerca de 100 europeos y 2.000 leales africanos. Más de 20.000 Kikuyu fueron arrestados en campos de detención, donde se les sometió a todo tipo de vejaciones para convertirlos a los puntos de vista políticos del gobierno — es decir, abandonar sus aspiraciones nacionalistas.

En 1953, Jomo Kenyatta fue acusado de dirigir el Mau Mau y condenado a siete años de prisión. Otro combatiente de la libertad Dedán Kimathi fue arrestado en 1956 por su papel en el levantamiento de Mau Mau como uno de los líderes de la lucha por la independencia y posteriormente fue ahorcado por los colonialistas.

Durante este período, la participación africana en el proceso político aumentó rápidamente y en 1954 las tres razas (europeas, asiáticas y africanas) fueron admitidas en el Consejo legislativo de Kenia sobre una base representativa.

En 1957, tuvieron lugar las primeras elecciones directas para los africanos al Consejo Legislativo y los elegidos aumentaron la agitación de la gente para lograr la liberación de Jomo Kenyatta. En 1962 Kenyatta fue liberado y se convirtió en el Primer Ministro de Kenia, consiguiendo al poco tiempo la independencia, el 12 de diciembre de 1963. Al año siguiente, Kenia se convirtió en una República, con Kenyatta como su primer presidente. En el mismo año Kenia ingresó en la Commonwealth británica.

El título original Green City in te Sun (Ciudad verde en el sol) se refiere a Nairobi, la capital de la nación, que, curiosamente, en la novela, tiene poco protagonismo. La palabra Nairobi quiere decir (agua fresca) y si a eso le sumamos que está situada cerca de la línea del Ecuador, aunque a una altura de 1661 metros sobre el nivel del mar, por lo que su temperatura media anual está sobre los 24 grados, y con un régimen de lluvias moderado, podemos entender que esta gran urbe, cerca de los cuatro millones en la zona urbana y sobre siete en la metropolitana, fuera el punto elegido por los colonizadores para organizar su centro de operaciones.

En conclusión, Bajo el sol de Kenia es una novela fácil de leer de las que pueden invitar a continuar haciéndolo a aquellas personas poco iniciadas en este hábito, pues Wood, con un lenguaje directo y sin artificios, ha sabido aunar en un mismo tomo la aventura, lo romántico, la intriga, la acción, la reflexión y lo histórico.

¡Felices lecturas!