Un ángel es una criatura con capacidades y poderes sobrehumanos (2 Pedro 2:11). Los ángeles habitan en un nivel de existencia más elevado que el universo físico, una región espiritual que la Biblia llama cielo (1 Reyes 8:27; Juan 6:38). Por eso, en algunas ocasiones también se les llama espíritus (1 Reyes 22:21; Salmo 18:10).

Al leer la novela del turolense Javier Sierra, El ángel perdido, cuya lectura os aconsejo, y donde a partir de un rapto del científico Martín Faber, a manos de un grupo terrorista turco mientras realizaba unas investigaciones en el monte Ararat, se desencadena una búsqueda dirigida por su joven esposa, Julia Álvarez, quien estaba restaurando el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela, que nos lleva a descubrir una serie de conexiones misteriosas entre nuestro mundo material y el otro lado espiritual de las que ignoramos prácticamente todo, se me ocurrió que de él podía sacar unos interesantes estudios sobre los mitos que os presentaré en dos entregas: Ángeles y Diluvio universal.

El ser humano, perdido en la inmensidad de universo, siempre ha deseado poder comunicarse con las fuerzas del más allá, descubrir las puertas secretas, los atajos que le condujesen hasta la inmoralidad, y no hablo de ciencia ficción, pues ya el científico y nigromante inglés John Dee, nada menos que un asesor de la reina Isabel I de Inglaterra, realizó sesudos estudios a mediados del siglo XVI sobre las adamantas, o piedras de Adán, mediante las que, aseguraba, se había puesto en contacto con los ángeles.

Pero ¿qué son los ángeles?, esta es la primera pregunta que nos surge cuando comenzamos a penetrar en este tema, pues bien, en líneas generales, y teniendo en cuenta las diversas creencias religiosas en donde estos seres aparecen, principalmente la hebrea, la islámica y la cristiana, son entes sobrenaturales, espirituales y, por lo tanto, inmateriales, cuya misión es asistir, servir y hacer todo lo que Dios les ordene. Pero, teniendo en cuenta que, a pesar de mi agnosticismo militante, yo he sido educado en un ambiente social y cultural donde imperaba el dogma católico, me ceñiré a la teoría que mejor conozco.

Los ángeles, ya sentado lo anterior, son unas entidades espirituales cuya misión es ser emisarios enviados por Dios para traer la verdad a los humanos, sobre todo aquella que dice que “Dios está con nosotros y para nosotros” y, de esta forma, se podrían definir como el instrumento que utiliza la divinidad para relacionarse con hombres y mujeres, es decir, como una especie de diplomáticos entre lo terrenal y lo celestial. Pero ¿cuál es, en esencia, ese mensaje?… pues no resulta muy sencillo el definirlo ya que puede ser bastante variado: una advertencia, un consuelo, un apoyo, una defensa o un castigo…

Ya hemos mencionado que son inmateriales, por lo tanto, invisibles, y no envejecen, y a causa de tal espiritualidad, no mueren, sin embargo, tienen la capacidad de pensar, conversar y parece que, cada uno, posee su propia y definida identidad e, incluso, se dividen en una cierta escala social de rangos, aunque no sean elitistas ni excluyentes, pudiendo relacionarse con personas de cualquier religión, incluso con quienes dicen carecer de ella, siempre que Dios así lo exija.

Demostrar la existencia de los ángeles es tan complicada como probar la del mismísimo Dios, sobre todo si los buscamos con las herramientas de la razón y con las premisas de lo material. Sin embargo, como todo esto se basa en la fe, es decir, creer sin ver, no es difícil encontrarnos con muchas personas que aseguran haber experimentado la presencia de estos heraldos del Señor, y en cualquier parte del planeta, pues se han atestiguado esas manifestaciones tanto en la India o Malasia, como en Europa, América o África.

Aunque en la novela de Javier Sierra se supones que “ellos” eran varones que llegaron a la Tierra y se mezclaron con hembras de aquí, se les suele imaginar como seres neutros, sin sexo definido, y con alas emplumadas, pues, si era cierto que podían volar, ¿cómo lo iban a hacer si no? … Sin embargo, lo más común es considerarlos como entes de luz, claro que esa luz puede ser muy bien una referencia a la iluminación divina, algo interno e intelectual o divino, pero ello ha dado pie a que, a menudo, se suelan representar rodeados de una luz física intensa, cual potente bombilla de muchos vatios, especialmente mientras hacen entregan de algún mensaje.

Así que, recapacitando un poco, podemos concluir que los ángeles no vienen aquí para servirnos ni protegernos, sino que, como portadores de la verdad, son nuestros guías en la medida en que Dios quiere que se nos encauce a una situación específica o para ser encaminados hacia la realización de una acción definida. Igual que nosotros, responden con diferentes expresiones de emoción a las diversas circunstancias del cumplimiento de su deber. No negocian si Dios no se lo exige, tampoco discuten, ni opinan ni se afirman a sí mismos, simplemente ejecutan las órdenes y acatan las leyes divinas y, aunque están entre nosotros, no intervienen en los sucesos humanos a menos que reciban una orden explícita de hacerlo. Ciertamente son un buen ejemplo de humildad.

Fue un ángel el que se le apareció a una campesina de Galilea, hace algo más de dos milenios, para notificarle que iba a ser la madre del Mesías, y un coro de ángeles llevó la Buena Nueva a los pastores de Israel cuando nació Jesús, así como, a su muerte, María Magdalena vio a una pareja de ángeles custodiando el cuerpo de Cristo y, se dice, que un arcángel comunicará al mundo su retorno. Pero los humanos no llevamos muy bien eso de las apariciones de los ángeles, pues, lo más común, es que sintamos un gran asombro o temblemos de miedo o, sencillamente, salgamos corriendo. Lo curioso es que, hablando de jerarquías, parece que nosotros estamos por encima de ellos ya que se nos dio la facultad de tomar decisiones, en cambio ellos son siervos que actúan siempre bajo una autoridad superior. Según podemos comprobar en Génesis 1:27:

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.

Y Jesús, mediante sus predicas y milagros, hizo seguidores, no ángeles. Los ángeles están hechos para caminar por la fe, no para discernir. Por todo ello, en Colosenses 2:18 se nos deja bien claro que:

“Hay gente que aparenta tener humildad, adora a los ángeles, siempre habla de las visiones que ha tenido y quiere que todos la imiten. No les hagan caso ni dejen que decidan lo que ustedes deben hacer. Ellos presumen de lo que no han visto y se guían sólo por ideas humanas”.

Los ángeles no fueron creados para ser adorados, sino para adorar al que nos los envía, por eso, en Corintios 6:3 el propio apóstol Pablo afirma que:

“¿No saben ustedes que en el futuro vamos a juzgar a los ángeles? Con mayor razón, podemos juzgar los asuntos de esta vida”.

Pero hagamos un receso para indagar un poco en los recovecos de la etimología. En hebreo bíblico “ángel” se decía “mal’ak” cuyo significado era “mensajero”, de aquí derivamos a “mal’akhi”, que a su vez significa: “mi mensajero”, de donde se concluyó, quizá no muy acertadamente pues no hay pruebas de que realmente existiera, el nombre del último profeta, “Malaquías”, siendo el presunto autor del “Libro de Malaquías”, cuyo significado real sería: “El libro de mi mensajero” o, si volvemos al principio, “El libro de mi ángel” ¿Fue realmente un ángel el editor de tal libro donde reunió las profecías necesarias para que su pueblo pudiera recordar el pasado y pudiera prepararse para lo que iba a venir? En el Islam, por otra parte, se denomina a Mahoma como el “Mensajero de Dios”, aunque, claramente, él era un ser humano y no un ángel. Y avanzando un poco en el tiempo, la palabra “Evangelio” viene del griego “ev-angelos”, “el buen mensaje”.

Bueno, pues llegados a este punto, creo que ya hemos dejado claro que los ángeles no tienen nada de humanos, por lo tanto no se deben confundir con los fantasmas, ni tan siquiera son ancianos ascendidos, ni se tienen que ganar sus alas por medio de buenas acciones, como nos quiso hacer creer Frank Capra en su “It’s a wonderful life”, que en castellano se tradujo como: “Que bello es vivir”… ni se parecen a al Constantine interpretado por Keanu Reeves… ni a ninguno de aquellos que protagonizan tantas películas sobre el tema: Legión, City of Angels, Gabriel… y mucho menos a Los ángeles de Charlie, pues aunque nos empeñemos en darles aspectos de chicos atractivos, son seres espirituales, que ni comen, ni se casan, ni tienen sexo, ni hacen bebés…

Ejemplos de las diferentes misiones de los ángeles en la Tierra aparecen en la Biblia, tanto en el Viejo como en el Nuevo Testamentos. Uno muy conocido es la mediación de un ángel entre el Apóstol Pedro y el centurión romano Cornelio, que supuso la primera conversión de un no judío a la naciente religión, o la historia del eunuco etíope y Felipe, Hechos 8:26:

“Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto.  Entonces él se levantó y fue”.

Pero no siempre la tarea de los ángeles es tan placentera, sino que, en ocasiones, es bastante feroz, sobre todo cuando Dios les ordena cumplir una sentencia, por ejemplo, cuando les dio la misión de ejecutar a todos los primogénitos de Egipto, y entonces se les representa empuñando sus espadas llameantes.

Sin embargo, ¿son todos los ángeles iguales? … Pues parece que no. En la Biblia ha varias referencias al “Ángel del Señor”, que parece ser una especie de arcángel que actúa como doble de Dios con la intención de evitar la presencia del creador ante los humanos, lo cual parece ser que sería bastante peligroso. Sin embargo, hay varios autores antiguos, tanto cristianos como judíos, que emplearon la denominación antes mencionada, con el mismo significado que “Dios”, como ocurre en el sacrificio de Abraham e Isaac.

Otra diferencia la encontramos en los “ángeles caídos” o “demonios” que, como los otros ángeles, pero todo lo contrario, pues estos no son emisarios de Dios sino que se enfrentaron a Él y se sirven de la mentira para socavar el mensaje divino, son meros saboteadores, pudiendo hacerse pasar por verdaderos ángeles de luz. De hecho, el más conocido de ellos es Satanás, que era compañero de los arcángeles Rafael (el patrón de los peregrinos), Miguel (el jefe de los ejércitos de Dios) y Gabriel (el mensajero de los profetas, incluido Mahoma), hasta que fue expulsado a los avernos, por ello su misión consiste en sembrar dudas y desviarnos del camino correcto.

El ángel protector es una creencia bastante extendida, incluso entre quienes no son ni cristianos, ni judíos, ni musulmanes, y ya fueron descritos por el filósofo Philo allá por el primer siglo de nuestra era, o como se indica en Salmos 34:7:

“El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”.

O Salmos 91:10-13:

“No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón”.

También tenemos el testimonio del profeta Daniel a quien un ángel le ayudó a sobrevivir en la jaula de los leones: Daniel:10:20:

“Él dijo: ¿Sabes por qué estoy contigo? Pronto debo regresar a luchar contra el príncipe de Persia. Cuando me vaya, el príncipe de Grecia llegará”.

 El mismo Jesús aseguró que los niños tenían sus propios ángeles: Mateo 18:10:

“Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos”.

Por último, están los otros seres celestiales que no son enviados como mensajeros de Dios, sino que cumplen otras misiones, por lo que no se les puede clasificar como propiamente ángeles, los más conocidos son los Serafines, guardias de la corte de Dios que trabajan en “el salón real celestial”, Isaías 6:1-7:

“En el año que murió el rey Ozías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas henchían el templo.

“Y encima de él estaban serafines: cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, y con dos cubrían sus pies, y con dos volaban.

“Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Yavé de los ejércitos: toda la tierra está llena de su gloria.

“Y los quiciales de las puestas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se hinchió de humo.

“Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Yahvé de los ejércitos.

“Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas:

“Y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado”.

Los Querubines, representados normalmente como niños gorditos, los cuales no suelen tener ningún trato con los humanos y se limitan a la corte celestial, son los guardianes de la luz y las estrellas, Ezequiel 10:

“Miré y vi que sobre el firmamento que estaba sobre la cabeza de los querubines aparecía, semejante a la piedra de zafiro, algo como una forma de trono, por encima de ellos.

“Y dijo al hombre vestido de lino: «Métete entre las ruedas, debajo de los querubines, toma a manos llenas brasas ardientes de entre los querubines y espárcelas por la ciudad.» Y él entró, ante mis ojos.

“Los querubines estaban parados a la derecha de la Casa cuando el hombre entró, y la nube llenaba el atrio interior.

“La gloria de Yahveh se elevó de encima de los querubines hacia el umbral de la Casa y la Casa se llenó de la nube, mientras el atrio estaba lleno del resplandor de la gloria de Yahveh.

“Y el ruido de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior, semejante a la voz del Dios Sadday cuando habla.

“Cuando dio esta orden al hombre vestido de lino: «Toma fuego de en medio de las ruedas, de entre los querubines», el hombre fue y se detuvo junto a la rueda;

“el querubín alargó su mano de entre los querubines hacia el fuego que había en medio de los querubines, lo tomó y lo puso en las manos del hombre vestido de lino. Este lo tomó y salió.

“Entonces apareció en los querubines una especie de mano humana debajo de sus alas.

“Miré: había cuatro ruedas al lado de los querubines, cada rueda junto a cada querubín, y el aspecto de las ruedas era como el destello del crisólito.

“Las cuatro parecían tener la misma forma, como si una rueda estuviese dentro de la otra.

“En su marcha, avanzaban en las cuatro direcciones; no se volvían en su marcha; seguían, en efecto, la dirección del lado adonde miraba la cabeza, y no se volvían en su marcha.

“Y todo su cuerpo, su espalda, sus manos y sus alas, así como las ruedas, estaban llenos de destellos todo alrededor; sus ruedas, las de los cuatro. 13. Oí que a las ruedas se les daba el nombre de «galgal».

“Y cada uno tenía cuatro caras: la primera era la cara del querubín, la segunda una cara de hombre, la tercera una cara de león y la cuarta una cara de águila.

“Los querubines se levantaron: era el ser que yo había visto sobre el río Kebar.

“Cuando los querubines avanzaban, avanzaban las ruedas a su lado; cuando los querubines desplegaban sus alas para elevarse del suelo, las ruedas no se volvían tampoco de su lado.

“Cuando ellos se paraban, se paraban ellas, y cuando ellos se elevaban, se elevaban con ellos las ruedas, porque el espíritu del ser estaba en ellas.

“La gloria de Yahveh salió de sobre el umbral de la Casa y se posó sobre los querubines.

“Los querubines desplegaron sus alas y se elevaron del suelo ante mis ojos, al salir, y las ruedas con ellos. Y se detuvieron a la entrada del pórtico oriental de la Casa de Yahveh; la gloria del Dios de Israel estaba encima de ellos.

“Era el ser que yo había visto debajo del Dios de Israel en el río Kebar; y supe que eran querubines.

“Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas, y bajo sus alas formas de manos humanas.

“En cuanto a la forma de sus caras, tenían la apariencia de las caras que yo había visto junto al río Kebar. Cada uno marchaba de frente a derecho.”

Luego vienen los tronos, con los que se cierra el primer nivel. En el segundo se encuentran: dominaciones, virtudes y potestades. Y en la tercera jerarquía están principados, guardianes de las naciones y países; los arcángeles, que reciben encargos más importantes, como le ocurrió al Arcángel Gabriel cuando fue enviado para anunciar a la Virgen que iba a ser madre de Jesús, y los ángeles, que ocupan el último escalón de esta jerarquía celestial.

Confío en que os haya quedado algo más claro todo este tema de las entidades celestiales denominadas “ángeles”, otra cosa es que creáis en su existencia o no, ese ya es un problema personal de cada uno, pero con relación a ello, todas estas creaciones que forman parte de la cultura mítica de los pueblos tienen, o tenían, una misión importante, la de explicar aquellos puntos de nuestra existencia que todavía permanecen bajo las tinieblas de los desconocido y la de llenar aquellos huecos, todavía vacíos, que pueda tener el pensamiento razonado. La ciencia ha avanzado mucho, pero aún está muy lejos de poder abarcarlo todo, incluso diría que, a medida que se avanza en conocimientos, al mismo tiempo, y a causa de ellos mismos, aparecen muchos más puntos oscuros que desvelar. Al próximo número hablaremos del “Diluvio universal”